LOS AMIGOS

"eL AMIGO HA DE SER COMO EL DINERO,QUE ANTES DE NECESITARLO,SE SABE EL VALOR QUE TIENE.
SI NO LA ENTENDISTE, POBRECIT@ DE VOS.

A los contaminadores, expoliadores,envenenadores de tierras y aguas.

CUANDO SEA CORTADO EL ULTIMO ARBOL,PESCADO EL ÚLTIMO PEZ Y DESAPARECIDO EL ULTIMO RIO,
ESOS MISERABLES, SUS SOCIOS Y COMPLICES, SE DARAN CUEN TA DE QUE EL DINERO NO ES COMESTIBLE,PERO YA SERA TARDE.
REFLEXION DE LA SABIDURIA ABORIGEN ARGENTINA Y AMERICANA.

PATRIOTA...¡Quien se anima a llamarlo extremista o revoltoso?

" Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el Virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza"
Manuel Losé Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Mucho mas que el creador de la bandera nacional.
24 de Mayo de 1810.

jueves, 1 de julio de 2010

Miradas

Con cuatro días de vida movedizos y llorones llegué este solar en el que primaba el verde, verde frescura, también verde esperanza, verde primavera que ya se había instalado en las ramas de los sauces, de los ligustros, gemas de puntillismo verde y algo de ocre en el tilo de la esquina justo enfrente de la casa de "el Chaira", en los mburucuyá de floración extrañamente exótica, en el Nogal inmenso que tal vez supo dar frutos, alguna vez, en la enredaderas de campanillas rosas y azules trepándose por aquí, extendiéndose por allá, siempre presentes y que me hacían sentir a medida que pasaban los soles y las lunas que todo eso era parte de mí y crecía como crecen los árboles, empinándose desde las profundidades de sus raíces nuevas para elevarse con ansias oteando el horizonte, buscando en la simplicidad de las calles de tierra el camino que nos trajo hasta el hoy, caminos que se hicieron, como dice el poema, dejando huellas, andándolas, abriéndole brechas al destino para poder seguir hacia adelante, para ver el ayer que nos enseña, saborear el hoy, soñar con el mañana.



Así mis ojos se seguían abriendo, asombrado y registrando todo cuanto había en mi derredor, extasíandome ante esa otra enredadera que tenía en sí misma la realidad y la magia que halagaba mis sentidos de niña con la pequeñez de sus formaciones florales, hechuras de humildad con el gusto almibarado de su sabia, el aroma exquisito de aquellas añoradas madreselvas en flor que me vieron crecer y que el progreso fue dejando para el recuerdo con sabor de la miel y el perfume dulzón que cada tanto vuelven a mi evocando aquellos años.



Mis cinco sentidos se llenaron de esta Loma que se dice que debe su nombre a una casona mixtura entre señorial y campesina con una torrecilla mirador situada en Charcas, cruzando la avenida y que fue adquirida por la familia Tarditi, pioneros miradorenses aunque...como siempre ocurre cuando no hay registros, otras versiones y muchas mas anécdotas enriquecen el origen mítico de las cosas que queremos resguardar a lo largo de los años.



Pasados de primveras reverdeciendo y otoños amarillentando el paisaje y con ellos mis años, mujercita al fin, curiosa, nada escapaba a la cámara siempre lista de mis retinas, todo era poco y era mucho para los descubrimientos que me iban sorprendiendo a cada paso, desde las badanas a los primeros calzados escolares en ese mundo que se extendía y que yo sentía que era mío, me pertenecía, todo tenía que tener algo de mí, yo formaba parte de ello y de todos los que hicieron huella y cimientos que quedaron para siempre a cubierto y a salvo del olvido entre el adoquinado de los tiempos de la avenida que supo tener el nombre mas lindo porque nos hablaba de las provincias Unidas del río mas ancho del mundo, hermandad que nos dio forma y destino de país argento en construcción constante.

Poquito a poco mis retinas se siguieron llenando del rojo de las dalias que mi padre lucía, orgulloso, en el jardín delantero, de la petulante belleza de los Narcisos y el variopinto de las amapolas, del moteado blanco del ciruelo en flor y el rosa impecable del ramaje florido de los durazneros que se erguían soberbios, por sobre la paleta multicolor de la quinta hogareña que iba descubriendo y, entre otras cosas llenaban mi inocente inquietud sobre lo que seguía mas allá de la puerta de entrada, siempre abierta, sin cerrojo, como invitando al paso hasta que pude trasponerla y apreciar el conjunto longilíneo de la calle en la que se habían levantado las casitas humildes de gente de trabajo, gente que sabía que a la vida hay que hacerla con ganas, a pulmón y con coraje para que el fruto del sacrificio resulte dulce y de provecho y entonces pude ver que en todas las casitas habían jardines orgullosos, unos por el blanco virginal de la "corona de novia", o el azul de los lirios y en las veredas el rojo sangre de los racimos de los ceibos, la flor nacional y en esa nación chiquitita que es el barrio sobraban lugares para recibir a todos, aquí ibéricos, al lado itálicos, más cerca eslavos, un poquito mas allá los "turcos" que en verdad eran sirio libaneses, por la avenida el portugués del corralón de materiales, a la izquierda los japoneses de la tintorería, un mundo completo en derredor de mi, abierto a mis inquietudes.Mi barrio patria tenía las puertas abiertas como en mi casa para que entraran todos, verdadero crisol de razas mi pueblo, unión con el vazco, infaltable con su carro lechero y los tarros rebozantes del níveo néctar que dejaba caer en las lecheras afirmando la adicción que hasta hoy conservo. Infaltable dos veces por semana el carro de "la Panificación", a diario el cartero encorvado por el peso de las noticias esperadas y de las otras, las de allende los mares, afectos que habían quedado en la vieja Europa y que él acercaba enfundado en su saco gris y su sonrisa siempre a flor de labios, el infaltable cobrador de la cuenta de la energía eléctrica, hombre de saco y corbata, portafolios trajinado y el canilita que por las tardes pasaba voceando noticias y al que mi padre me mandaba con unas moneditas en las manos para comprarle el diario al que él le prestaba tanta atención mientras mi madre se esmeraba en la cocina a carbón.
Todo eso cabía en mi mundo a medida que crecía, mi mundo que era el mundo de todos y que lentamente iba reconociendo, recorriendo, corriendo tras las mariposas y los bichitos de luz, estrellitas que bajaban del cielo para traernos los saludos de los que se habían adelantado en el camino y en esas travesuras mas de una caída en las zanjas por la que se escurría el agua de las lluvias que empastaba las calles de barro hasta que, grande fue mi sorpresa al comprobar que mi barrio seguía creciendo, se agrandaba al calor de tenaces "laburantes", hombres de sol a sol, mujeres que no se amedrentaban ni bajo las tormentas que tanto me asustaban y mientras ellas las desafiaban camino a la textil que todavía se mantiene erguida guardando entre sus paredes ruinosas y espacios vacíos risas y llantos, secretos de amigas, confesiones de amores, sudores, sacrificos, esperanzas y pérdidas,luchas de trabajadores, historias que la vida se llevó, anécdotas que aún hoy tienen vigencia.
Eso y mucho mas era mi mundo, como el de quienes llevaban la vianda en una mano y en la otra los zapatos lustrados para cambiarlos por los de "llegar a la avenida" para tomar el colectivo, los chicos que hacían el camino al futuro portafolios en mano para llegar a la escuela 27, o a la de mi primer grado inferior para que mi Señorita "Porola" nos fuera introduciendo en el mundo de las letras y los primeros números, mi primera maestra cuyo verdadero nombre nunca conocí pues nos separaron para reubicarnos en la escuela 26, recién inaugurada, la del barrio de las casitas de chalecitos nuevos. Eran otros tiempos.
Nadie aflojaba el tranco en este barrio mío, la vida era una pelea cotidiana contra los impedimentos y la peleaban con las frentes sudadas por el techo propio, con las manos callosas por el pan diario de la familia, con las espaldas doloridas en busca del progreso que amplía el horizonte y rompe con las cadenas de la ignorancia y por la magia. Es cierto, en mi barrio también había lugar para la magia. Lo descubrí una tardecita, cuando el manto oscurecido de la noche cercana se extendía por sobre nuestras cabezas y repentinamente, en las esquinas se encendieron solcitos que se movían al compás de la brisa o del viento o se quedaban quietecitos, guardianes de los cruces de las calles, damitas de la noche como las flores del mismo nombre que al abrirse exhalaban el aroma dulzón que se entremezclaba con el de los productos frescos de las quintas que se extendían a lo lejos, tanto que mis ojos azorados no alcanzaban a distinguir los límites, un mar verde de lechugas, escarolas, ajíes, acelga y espinacas que también se movían al compás del viento como si la naturaleza les entonara a diario una melodía para ser coreografiada con todos los tonos del verde que vieron mis ojos cuando llegué por primera vez a este solar, el mismo verde fresco que deslumbró mis sentidos...mis primeros días de vida...mi barrio...la magia que se expresaba también en los cambios rutinarios de la luna, unas veces en cuarto creciente, otras en menguante, otras brillante y luminosa como un sol blanco y finalmente su sueño reparador , su juego a las escondidas en las que por mas que hiciera no podía encontrarla, ¡chúcara la luna ! escondedora hasta que al fin volvía para mi felicidad y volver a verla para tratar de descubrir en qué lugar de ella estaban escondidos del tres reyes magos, la cúpula celeste matizada de blanco como el paño patrio, el sol...¡todo eso era mío! ¡Todo eso era mi barrio!
¿Como no recordar el cruce de Colón y el "empedrado", la fonda La Paloma que ya no existe, la esquina del Correo y el buzón eternamente boquiabierto, la panadería Santa Lucía hoy remozada y pletórica de ofertas, el inicio de la construcción de la Iglesia , donada mayoritariamente por el empresario zonal tal vez para asegurarse un lugar en el cielo. Llegando a la Gral Paz la radio Stentor y por Colón al fondo, hacia Crovara las tierra es las que se erguían altísimas y orgullosas las antenas que dieron nombre al barrio de emergencia en el que se fueron apiñando los desheredados, los que habían llegado desde sus provincias de origen en busca de un futuro mejor y recalaron allí a la espera de las hora en que se hiciera cierta la máxima de que de los pobres sería el reino de los cielos, al menos así lo aprendí yo de niña. Ya era grande, no tanto como ahora, cuando la jerarquía clerical aclaró que se trataba de los "pobres de espíritu" razón por la que aún hoy sigo preguntándome qué quieren decir y quienes son los pobres de "espíritu". Hacia el oeste el Monte Dorrego, pulmón verde ya desaparecido bajo las construcciones de cemento que siguen instalándose, verde que te quería verde y mas verde al que iba ajuntar los conitos de los eucaliptus que mi madre ponía a hervir cuando el frío del invierno arreciaba y alguna tosecita asomaba a mis labios.
A mitad de camino, por la entonces Provincias Unidas hoy con nombre brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas, el Club La Esperanza que hablaba también de las de este barrio mío, a media cuadra del empedrado la Sargento Cabral cuna de la escuela 13 por la que todo el barrio brevó por su instalación definitiva en terrenos del Monte, y el Club Larrumbe, y el Juventud Unida y en la antigua Independecia y Famaillá el CLUB deportivo , de fomento y cultural El Progreso con sus "Sábado por la noche cine", siempre que no lloviera y hasta que al 900 de la avenida se instaló el cine con nombre lugareño que se llevó la crisis, el Mercado Córdoba que ya no existe, la tiendita de Rina adonde concurrían todas las modistillas y amas de casa, las aprendices de corte y confección, fundamental en esos tiempos ( también en estos) y una larga serie de comercios que con el tiempo se han ido por esa ruta invisible del no retorno. Sé que me está quedando muchísimo en el tintero de la memoria y quizás, con los perdones obligatorios, tal vez mejor que sea así, a mayores aucensias, mayor dolor por el barrio que tuve y hoy ya no encuentro.
Tantas cosas conformaban mi barrio...hoy ya no están el colectivo 2 , después l62, más tarde desapareció como el colectivo 10 que nos llevaba a Liniers, se fueron unas, llegaron otras como el asfalto, las luces de Neón, los semáforos, se nos vino el progreso tan ansiado que fue dejando atrás aquel paraje de ensueños de mi infancia, progreso que llegó las mas de las veces para bien, en otras no tan imprescindibles y otras que mejor no hubieran llegado nunca pero eso también forma parte de esta vida y de este barrio mío y tuyo en el que todavía se siguen manteniendo algunas viejas costumbres que nos mantenían unidos, costumbres entrañables como las de los vecinos que cuando el sol amaina en el verano sacan sus sillitas a la vereda para revivificarse con el fresco natural del verde de los árboles, toman mate, departen con los vecinos, nos saludamos, nos vamos poniendo al tanto de las novedades, si hay algún enfermo seguimos acercándonos para ofrecer ayuda, compartimos la alegría de los que esperan al primer nieto y seguimos rescatando recuerdos largamente guardados en el cofre sagrado de la memoria popular como el que en este momento viene a mí llenando de algodones las ramas del cedro navideño y me acerco a la ventana buscando aquel barrio que sigue siendo a pesar de ya no ser aquel que fue y veo, en este patrio día de la Independencia como nieva en mi patio...¿Otra vez la magia de los recuerdos infantiles, el blanco delantal, las blancas cintas para el pelo? ¿Es posible? ¡¡¡SI!!! ¡¡¡Es cierto!!! Está nevando, las blancas motas van cubriendo el follaje de mis plantas y me asomo a la calle y compruebo que los autos, los árboles, se van cubriendo del manto blanco que nos llega, lentamente, como para recordarnos que la vida sigue trayendo sorpresas y nuevas alegrías. ¿Qué mas puedo decirte? Con esto, para mí, ya es mas que suficiente.

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