Asumirnos como seres íntegros y dejarnos de flaquezas

Aunque esta nota sea más para mi diario íntimo de recuerdos, la sorpresa precedente me conduce a recordar situaciones por las que he pasado en mi vida, en momentos muy difíciles. Soportábamos la dictadura militar y mi anterior "patrón" , dueño único de una Clínica de muy buena y bien ganada fama, decidió apoyar una de sus ginecologicas manos en mis otrora bien torneadas nalgas lo que me dio permiso para propinarle un tremendo bofetón y por supuesto, con ello vino el despido. En aquellos días ¡Minga de ley de acoso! y el profesional y por otra parte excelente administrador tuvo la gentileza y "caballerosidad" de abonarme a cambio de discreción una indemnización que por mejor que fuera no daba para aguantar el tiempo necesario para conseguir otro empleo.Acepté considerando que allí también trabajaba su esposa, una de sus hijas y sus dos yernos, además de ser bien reconocidos en la zona.
Tuve suerte, se dio enseguida una oportunidad y mi solicitud acompañada con los antecedentes de mi carrera en el área de la sanidad fueron aceptadas en un geriatrico de la capital federal que se propagandizaba a sí mismo como el mejor, lo cual era dudoso solo con saber que estaba instalado en un edificio de altura y en los balcones no había protección para evitar accidentes., ni tenía jardín ni salas de esparicimiento.
El cargo que desempeñaba me daba autoridad para que, en ausencia del directorio, tomara el personal que fuera necesario y como siempre digo "Yo soy yo y mis principios" ante una situación de emergencia elegí de entre las postulantes a una muchacha ( vacante de mucama) soltera que tenía un hijito cuyo progenitor se había borrado. Mi criterio era tomar a quién necesitara má el trabajo porque tenía boca o bocas que alimentar, las otras podían esperar.
Pasaron unos meses y una mañana me llamó uno de los triunviros societarios que además se desempeñaba en un hospital público y con su cara de superior ,me "sugirió" que la "mujer esa" debía estar en la calle antes de los 10 días posteriores a esa reunión. La mujer no era faltadora, cumplía con sus horarios, trabajaba con responsabilidad e inclusive cuando terminaba con sus labores en el piso asignado aceptaba de buen talante colaborar con otras compañeras que estuvieran sobrecargadas y/o atrasadas. A los quince días el "supremo " vuelve a citarme en el despacho del triunvirato médico propietario y me pregunta con muy malos modos qué hacía "esa mujer trabajando en la clínica".
Sorprendida le contesté que había estado pendiente de su conducta dentro de la institución y no me había dado ningún motivo para justificar una suspención. Muy serio el Magno galeno me aclaró que no quería suspensión, quería que quedara afuera de la clínica, que todavía "estábamos a tiempo". ¿A tiempo de qué? me animé a preguntarle, entonces me explicó poniendo su mejor cara de "mire qué vivo que soy, política de empresa". La joven mujer tenía, como expliqué un hijo de 5 años( estaba en su solicitud de ingreso, vivía en Isidro Casanova humildemente como la mayoría de las mucamas del gremio de la Sanidad) pero tenía un gravísimo defecto, no era de madera y tenía una pareja con la que no convivía ,estaba embarazada aunque todavía no tenía la confirmación. Lo había descubierto él cuando fue al laboratorio en busca de unos análisis que le había hecho hacer a su propia hijita en el hospital público y encontró el test de embarazo de "esa mujer".
Fiel a mis principios intenté esgrimir la defensa de la mucama y me atreví a decir que me parecía que una mujer embarazada no merecía ser despedida máxime si no contaba con ayuda extra,que con otra boca mas para mantener no me parecía bien que la desemplearamos.
Con toda la clase de que fue capaz dada su formación profesional y estirpe de la familia de apellido distinguido a la que pertenecía me respondió que se pasaba por la entrepierna todos los argumentos, en verdad me lo dijo con todas las palabras y agregó que los pibes se enferman, que las madres piden días para cuidarlos, que tendrían que darle la licencia por maternidad lo que les significaba pérdidas y todo el rosario que
cualquiera se puede imaginar. Medio calentita intenté rebatir sus argumentos desde mi punto de vista a lo que él me respondió "¿No será
Ud. comunista?. Créanme que me temblaron la piernas, se me hizo un nudo en el estómago y aseguré que no, lo que es cierto, YO NO SOY COMUNISTA pero como mujer, como madre de un hijo que había perdido a su padre en" un accidente"entendía a esa mujer, que más que nunca necesitaba el trabajo y reiteré que no había dado ningún motivo para ponerla en la calle.
¡Como que no! gritó, e inmediatamente bajó la voz: dígame una cosa Señora, qué pasa si Ud. encuentra en el boxer correspondiente a "esa mujer" material propiedad de la clínica como instrumental quirúrgico, esa no es causal de despido"?. En ese caso sí, le respondí, casi disfónica pues me di cuenta para donde enfilaba. "Y Ud. no tiene copias de las llaves de todos los boxes?" preguntó entrecerrando los ojos . Si, le contesté, pero no puedo usarlas así como quien entra a su casa. "Bueno, me dijo, ya tiene la causal de despido" y se incorporó como para dar por terminada la reunión. Me fui a mi oficina, tomé mis pertenencias personales, salí sin saludar a nadie, fui al correo y envié telegrama de renuncia por razones estrictamente personales. Nada más personal que mis principios y mi conciencia. Cuando llegué a casa le dije a mi mamá que cuidara el dinero que quedaba, que tendría que volver a buscar trabajo . Corría el año 1977 y me dije a mi misma, NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE, SIN PRICIPIOS TAMPOCO SE PUEDE Y SIN CONCIECIA SE VEGETA.